Ana María Janer, Sierva de Dios

lunes, agosto 21, 2006

...Tú, Señor, me darás gracia para serte esposa fiel, que te ame mucho y te sirva en la persona de los enfermos, desvalidos...

1874-1880
“La revolución del año 1868 y los sucesos de los años siguientes paralizaron este dinamismo. Llegaron horas de dura prueba, horas arduas, para la Madre Janer y para las hermanas que vivían en el Alto Urgel. Por disposición de la Junta local y de las autoridades correspondientes, el Hospital, las escuelas rurales que regentaban y el noviciado fueron secularizados y las hermanas despedidas.
Se encontraron sin casa, sin trabajo, con recursos escasos, en gran inseguridad, ante un incierto futuro.
Durante este período la madre fundadora, Ana María Janer, permaneció al margen de toda actividad de gobierno y no tenía facultad alguna de decisión. Comprendió muy pronto que se trataba de crear una obra nueva y diferente. Ella siguió con la confianza puesta en el Señor. estuvo algún tiempo en Cervera y de allí pasó a la Casa Asilo de San Andrés, donde residió habitualmente. Se ocupaba de servir a los pobres, y dedicaba mucho tiempo a la oración.” (Cfr. Creyente y Solidaria)

“El amor estable, paciente, fiel y misericordioso, lleva a Ana María a hacerse cargo de las debilidades humanas y a soportar las contrariedades de la vida, con tal de conducir a sus hermanos al Señor. Amen los desprecios, sin buscarlos ni pretenderlos, sino tomándolos del modo que vengan, por amor a Jesús. Es la madurez de un amor que, habiendo pasado por innumerables pruebas, ha recibido del Espíritu el don de la magnanimidad.” (CEM 2.3.4)
“En Ana María el amor se expresa como abandono confiado en manos de la Providencia y de la voluntad divina. Dejen hacer a Dios que sabe todas las cosas. Este paso fluido y natural de las realidades terrenas al misterio infinito del Padre, en cuyas manos halla el consuelo de una seguridad providente, imprime a su caridad sentido de trascendencia...” (CEM 2.3.5)