Ana María Janer, Sierva de Dios

jueves, junio 15, 2006

Ana María Janer: Su proyecto fue vida


“Oh, sí, decía ella en sus adentros,
no seré del mundo; mis fuerzas, mi bienestar, mi vida toda
sacrificaré al servicio de mi Dios...

18 de diciembre de 1800. Nuestra Madre, Ana María Janer Anglarill, nació en la antigua ciudad de Cervera, capital de la Segarra, en España. Recibió de Dios el don de la vida haciéndose presente en este mundo para glorificar a Dios con su vida entregada.
Recibimos nosotros, sus hijos janerianos, el don de su vida.

“La niña recibió las aguas del bautismo al día siguiente de haber nacido... ¡Los dones y la gracia que el Espíritu derramaba en el alma de l’Agneta... prenderían, ciertamente, con fuerza!” (“Humanísima” pág. 17 y 20).

La Madre tiene conciencia del llamado del Señor y pareciera que ha experimentado su amor, pues sólo por amor, por ese amor y como respuesta a él (respondiendo amor por amor) puede expresar este deseo: “No seré del mundo, mis fuerzas, mi bienestar, mi vida toda sacrificaré al servicio de mi Dios...” Su vida ofrecida a Dios, entregada. Toda su existencia pasará a ser (por gracia de Dios) posesión de Él... como un verdadero sacrificio, holocausto: ya nada es para ella, ni sus fuerzas, ni su bienestar, ni su libertad... todo es para el Señor. Él es su dueño y Señor.

Comienza el proyecto con la clave de su existencia: Ser para Dios, Ser de Dios, consagrada a Él: su vida sacrificará al servicio de Él. Toda su vida, nada para ella, o, mejor dicho, todo para ella... todo el amor de Dios. La Madre sabe de esto... Pero sabe que es un camino, que el Señor así lo quiere. Pero Dios quiere todo. Y la Madre desea darlo todo. Pues el amor del Señor es lo que llena su corazón. Entonces, todo su corazón, todo su ser debe sacrificar como ofrenda, como oblación al Señor.