Ana María Janer, Sierva de Dios

lunes, julio 10, 2006

...y si conviene procurarles los alivios corporales...

1838-1840 Hospitales de campaña: Solsona - Vall d’Ora

Las Hermanas de la caridad, a partir de julio de 1838 hasta el 4 de julio de 1840 residieron normalmente en la Vall d’Ora y en la Boixadera, donde se habilitaron unas masías como hospitales de sangre.

“...querían servir a Dios en el hombre, en el herido...
Por esto y nada más que por esto, Ana María y sus compañeras, todas, unidas, se comprometieron a ir a los hospitales de sangre...” (Humanísima, pág. 80)

“La Madre Ana María y sus compañeras encontraban su delicia en las pequeñas grandes cosas: en las visitas a los enfermos, las curas, la higiene, la vigilancia de las dietas, la muda de ropa, y otros mil detalles. Así lo comportaba la atención a los enfermos, a los convalecientes y moribundos. La amorosa consigna era: “Que no falte nada a nadie”. O esta otra: “Que todos sean ayudados y consolados”.
Madre Ana María, superiora de la comunidad, normalmente residía en la Vall d’Ora pero visitaba los otros hospitales ya que era encargada de distribuir el personal, según las necesidades diarias, y debía prever los servicios, de acuerdo con las órdenes de sus superiores. a veces iba a los campamentos e incluso a los lugares donde se luchaba... En el mismo frente. Intrépida, llevaba allí el rancho ya que los soldados no podían abandonar, sin peligro, sus posiciones. Y cuanto ella hacía, lo hacían también las otras hermanas... Ellas recogían y atendían a los heridos y, si era necesario, les ayudaban a bien morir...” (Humanísima, págs. 84-86)

Decía a las jóvenes, contándoles episodios de la guerra: “A vosotras, hijas mías, debo llamaros la atención manifestando cuánto Dios Nuestro Señor se contenta de las obras de caridad que practicamos a favor de nuestros hermanos. Dios infundió el sentimiento de gratitud en el corazón de aquellas gentes por las obras de generosa caridad, que, por amor a Cristo, a todos procurábamos,..." (JOI p.28)

“A la luz del misterio de la redención, de la vida de Ana María y del voto de caridad por el que ella y nuestras primeras hermanas se comprometían a cuidar enfermos aún a riesgo de sus propias vidas, se manifiesta la novedad de nuestro carisma, como servicio al hombre necesitado...” (CEM 4.2a)
Nuestra misión ha de ser una respuesta a las circunstancias concretas, en las que se manifiesta lo que la voluntad divina nos pide en cada momento. Esto exige un sentido de adaptación y de flexibilidad que nos obliga a buscar de modo permanente lo que Dios más le agrada, con el objetivo de dar la respuesta más adecuada según el carisma fundacional de Ana María Janer...” (CEM 4.4b)

1840-1844 Exilio: Hospital de San José de la Grave. Toulouse, Francia.
“ El grupo de las cuatro hermanas de la Caridad, con Ana María como superiora, salieron de Andorra en otoño de 1840...
...Tenían a su cargo el servicio de innumerables enfermos y transeúntes, dedicándose también a la enseñanza de niños y jóvenes acogidos...” (Humanísima, pág. 92)